ANNA VAQUER
Como la gran mayoría de los jóvenes en los últimos años de instituto, no sabía en qué dirección centrar mi vida. Así que mi padre me aconsejó realizar un módulo de administración. Me gustaban las asignaturas de contabilidad y finanzas (matemáticas J), pero sabía que no era mi camino.
El módulo tenía una duración de dos años, pero a finales del primero me enteré de que había una escuela de arte y diseño muy cerquita de donde vivía, así que dejé la administración y entre en un módulo de grado medio de diseño gráfico.
La verdad que me encantó el módulo, exprimiendo la creatividad día a día, y no se me daba nada mal en realidad, pero quería estudiar algo más. Al finalizarlo seguí en la escuela para realizar un módulo de grado superior. Tenía dos para escoger, uno era de diseño gráfico, continuación del que realicé el año anterior, y otro de interiorismo y reformas. Me encontraba de pié junto al director del colegio, que fue profesor mío en ese año, y frente a la documentación para la matrícula. De repente me entraron todas las dudas, será mejor para mí este o el otro….?¿?¿
Con tanta duda el profesor me quitó el papel de las manos y me dijo “tu vas a hacer interiorismo” y lo marcó, así que me fui a casa aún con más dudas, “porque me habrá hecho escoger este…”
Ya en los estudios de interiorismo y reformas, no sé en qué momento exacto de los dos años, en un clase de una asignatura que tampoco recuerdo como se llamaba (imagino que construcción, o algo así), nos empezaron a enseñar detalles de cómo se construían los cimientos de un edificio y su estructura, todas las armaduras, el hormigón, todos esos nombres técnicos que me sonaban a chino… sin darme cuenta mi cabeza hizo un “CLICK” “ESTO ES LO QUE VAS A HACER”.
Era la asignatura más difícil que tuve en los dos años, pero me enamoró. No quería hacer solo distribuciones de viviendas o locales y su interiorismo, quería también estar cuando derriban las paredes, cuando colocan el acero y el hormigón y ver cómo se van ejecutando día a día esas estructuras, saber todo lo que está pasando, cómo y porqué. En definitiva, encontré lo que es la Arquitectura Técnica.
No lo dudé ni un segundo y al finalizar el módulo me fui de cabeza a la universidad y me matriculé. No todos veían con buenos ojos este camino para mí, puesto que fue pocos años después de la crisis de la construcción, “no hagas eso que no hay trabajo”, “el sector ya no será el mismo busca otro camino”… Me daba lo mismo lo que me dijeran, ese era mi camino, la decisión que tantos años me costó encontrar, y no iba a dejarlo solo porque el sector tuviera una mala racha.
Años después aquí estoy, Arquitecta Técnica por la Universitat Politècnica de València, muy motivada y con muchísimas ganas de emprender cada día nuevos y diferentes proyectos e ir evolucionando.
Me apasiona mi profesión y le pongo todo mi entusiasmo a la hora de ejercerla. Mi objetivo es poder ayudar a la correcta ejecución y calidad de las obras y guiar a los clientes durante ese fantástico proceso.